sábado, 19 de julio de 2008

texto / eduardo lores


Parto de la hipótesis del retorno del aura en la obra de arte digital, pues si bien es por esencia repetible, -dada su condición numérica- es siempre original. Quizá la distancia que reclama Benjamín para que aparezca ese hálito, surja de la brecha abierta por una sintaxis poco conocida, desinformación ocasionada en parte por el marqueteo invasivo de softwares cerrados.

El lenguaje en el que se basa VIVO es el Pure Data (PD) que, si bien tiene una autoría conocida, Miller Puckette, se plantea como un entorno gráfico de programación en tiempo real para procesamiento de audio video y gráficos, abierto. Algo como las catedrales del medioevo que convocaban al conjunto de la comunidad a participar en su construcción.

VIVO connota una posición contraria al futurismo y sus consecuencias fascistas. Vivificar lo inerte y mecánico es aspiración del mejor arte.
Es una obra abierta donde la presencia del público afecta generando comportamientos caóticos en el complejo procesamiento del stock audio-visual de origen concreto y/o apropiado que produce, como resultado del análisis en tiempo real, múltiples montajes no lineales que sintetizan el sonido, las imágenes y la luz, emitiendo un flujo continuo. Estas al ser proyectadas en ases previamente calados a la medida de las superficies de tecnopor, las vuelven objetos estéticos, pinturas abstractas, esculturas, entes operáticos que se mueven al ritmo de la música o que inducen a que la música los acompañe. Lo que hace evidente la influencia del conceptualismo y en especial de Fluxus en una propuesta que reconcilia a Danto con Greemberg.

Como resultado VIVO propone una lógica similar a la del Texto que, según Barthes, no es comprehensiva (definir lo que la obra “quiere decir”) sino metonímica; el trabajo de asociaciones, de contigüidades, de traslados, coincide con una liberación de energía simbólica, (si esta le faltare, el hombre moriría).

VIVO configura un espacio como ambiente celebratorio. Gadamer diría que el arte responde –mejor que ningún otro medio- a la necesidad básica del hombre de juego, de símbolo y de fiesta (como lugar de comunicación).

Bienvenidos al tono.


Eduardo Lores

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