sábado, 19 de julio de 2008

texto / miller puckette


La escultura animada y sonificada VIVO es única en tanto que los medios generados por computadora no son presentados al espectador como tales, sino integrados a un todo más grande y coherente. VIVO puede ser visto como una escultura móvil que emite sonido. Este género esta históricamente asociado con el gran Jean Tinguely; pero mientras las esculturas de Tinguely se mueven y vibran, en el caso de VIVO una red de computadoras arroja luz y sonido sobre la escultura. La realidad central es la escultura misma, y las computadoras esencialmente median entre esta y el espectador. Para gente como yo que puede ver una gran cantidad de arte por computadora, esta obra provee un cambio refrescante frente a la ubicuidad de imágenes creadas para pantallas. La aproximación de VIVO me recuerda un tanto a la de uno de mis artistas favoritos, Tony Oursler, en su uso inventivo de las proyecciones de video en formas tridimensionales, pero mientras las figuras de Oursler son tragicómicas, las de VIVO son abstractas y, esencialmente, musicales en estructura.

La contribución de la computadora puede ser pensada como la adición de la cuarta dimensión del tiempo a una estructura que ya es tridimensional. El tiempo en VIVO no es usado para llevar una historia narrativa, sino para dar espacio a los gestos, tanto visuales como sonoros (esto es especialmente crucial en cuanto al sonido, que no puede siquiera existir fuera del tiempo). El espacio y el tiempo no están meramente estructurados de manera predeterminada, sino que son navegados por el espectador; ase hace así posible evitar la narrativa, manteniendo una estructura temporal significativa. En lugar de presentar una vista frontal y de dos dimensiones, como en una película o performance, el espectador está inmerso en el espacio de la escultura, y de cierta forma se convierte en parte de ella.

Detrás de la superficie de VIVO hay una construcción de gran ambición y complejidad, que combina escultura, videoarte, sonido e interactividad. El video proyectado es controlado por un software laboriosamente programado para tomar en cuenta el arreglo intrincado de formas en el espacio; texturas móviles y colores cambiantes son diseñados para moverse por caminos tridimensionales. Tanto el video como el sonido reaccionan a la presencia y movimiento de los espectadores. Mientras que la infraestructura computacional necesaria para hacer todo esto posible es altamente sofisticada, la intención no es el impresionar al espectador con las destrezas técnicas de los artistas, sino el conectar los varios aspectos de VIVO de manera natural y unificada. El resultado final no es el software, sino la vista, el sonido y la responsividad de un nuevo tipo de escultura móvil.



Miller Puckette

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